Este ensayo tuvo origen en el marco del desarrollo del curso de Lectura y Escritura del Discurso Académico del Plan de Actualización Docente de la Universidad de Los Andes, donde nos brindaron herramientas a profesores universitarios y otros profesionales, para una eficiente y ejemplar producción de textos académicos, y la correcta ejecución de las actividades implícitas en dicho proceso. Y más allá de eso, se nos propuso impulsar la alfabetización académica dentro de las actividades enseñanza que llevamos a cabo, sin importar la naturaleza de los conocimientos a impartir, destacando la escritura académica como motor fundamental para el desarrollo epistémico en la comunidad universitaria. Quiero agradecer enormemente a la Dra. Emilia Márquez por ilustrarnos, asesorarnos y estimularnos durante nuestras labores de aprendizaje sobre tan valioso tópico.
Ing. Gabriel Rondón
Marzo, 2017
La Escritura Académica
Gabriel Rondón
Universidad de Los Andes
Introducción
Las naciones que garantizan el derecho a la educación incluyen la enseñanza de la lectura y la escritura en los individuos desde temprana edad, el desarrollo de las habilidades requeridas para estas actividades va creciendo paulatinamente en la medida en que las personas avanzan por los distintos niveles de los sistemas educativos. De manera que, se aprecian los distintos estados de complejidad que existen dentro de los procesos de lectura y escritura, no sólo al examinarse entre un nivel educativo y otro, sino que habrá una amplia variabilidad en la complejidad según el tipo de educación recibida, bien sea pública o privada, también de acuerdo a las circunstancias sociales, políticas, económicas y culturales en las que se encuentren sumergidos los actores partícipes de la enseñanza y el aprendizaje de estas actividades.
La escritura académica se refiere particularmente a la producción de textos dentro de la educación universitaria, y esto implica un elevado desarrollo de las destrezas requeridas para plasmar entre líneas ideas propias o de otros, con base a ciertos estándares esperados. A pesar de que los estudiantes universitarios participaron en cátedras que les prepararon en estas actividades durante la educación primaria y secundaria, esta preparación, tal como lo demuestran los estudios, no coincide con la requerida en el nivel terciario (Castelló, 2009). Los estudiantes ahora se enfrentan al desarrollo profesional, lo que demandará una interacción directa con sociedades productivas particulares, a través de cualquier medio, incluyendo los medios escritos.
En muchos casos, no está bien claro cuál es el nivel de preparación en lectura y escritura que tienen la mayoría de los universitarios antes, durante y después de la educación universitaria, debido a los factores que se mencionaron en un principio y quizás por deficiencias propias de los modelos de enseñanza aplicados en las universidades. En este sentido, cabría preguntarse ¿Acaso el ejercicio incisivo de la escritura académica no es una estrategia trascendental para efectos del verdadero aprendizaje? Este ensayo pretende dilucidar la importancia de la escritura académica como instrumento de realización intelectual y profesional, al igual que, vislumbrar un poco los nuevos paradigmas en la enseñanza universitaria para ejercitar la escritura permanente en los estudiantes y, en consecuencia, lograr una efectiva alfabetización académica.
Concepciones sobre Escritura
El ejercicio de la lectura en la educación universitaria es una actividad recurrente, incluso cuando las cátedras son primordialmente prácticas, siempre existirán fundamentos teóricos y metodologías procedimentales que se deben conocer para la adquisición de las competencias previstas; por lo tanto, es casi un hecho que los estudiantes comprenden la necesidad y la importancia de leer continuamente para el éxito en la consecución de los objetivos establecidos en cada currículo. Sin embargo, no es tan evidente para muchos universitarios, el valor epistémico que tiene la producción de textos en las distintas disciplinas que conforman su campo de estudio. Incluso aquellos que recurren a la escritura como parte de la metacognición que desarrollan con la experiencia, no tienen una representación clara de los distintos tipos de escritura, sus propósitos particulares, y los contextos más adecuados para aplicar cada uno de ellos (Castelló, 2009).
Aun cuando la escritura académica requiere de una extensiva praxis de la lectura, éste no es el único eslabón de la cadena que representa este reto intelectual. Los escritores deben poseer habilidades integrales entre: recursos lingüísticos, gramática, ortografía, conocimiento del registro lingüístico particular de las disciplinas, herramientas discursivas y habilidades cognitivas, entre otros. Particularmente, el uso del registro lingüístico específico de cada disciplina, junto a las particularidades idiosincráticas de cada comunidad científica, demandan pericias que no son generalizables entre todos los campos de estudio de una universidad, tal como sugieren los trabajos de Castelló (2009), Castelló, Bañales y Vega (2011) y Carlino (2013). A partir de esto, es acertado afirmar que la manera de leer, razonar y escribir, es distinta entre las ciencias sociales y las ciencias puras, entre los estudios de psicología y los estudios de politología, por exponer algunas comparaciones.
Los sistemas educativos universitarios promueven la enseñanza de la escritura en sus programas formativos, sin embargo, existen distintas tónicas en la forma y los métodos usados; las cuales pueden reunirse en dos grandes grupos: aquellos sistemas que delegan la enseñanza de la escritura a talleres o cursos de lectoescritura, que por lo general se plantean al comienzo de la carrera universitaria, y aquellos otros que plantean que la enseñanza de la escritura debe ser una práctica situada desde el contexto particular de cada disciplina (Carlino, 2013). De acuerdo a las ideas antes mencionadas, es posible inferir la certeza de las bondades en la enseñanza de la escritura contextualizada, por encima de aquellos modelos de enseñanza de escritura en formas generalizadas.
Así que, quizás los estudiantes obtienen conocimientos valederos para la escritura durante estos talleres universalizados, pero no logran constituir los recursos suficientes para una eficaz escritura académica, que cumpla con los objetivos que se conciben como aciertos dentro de las cátedras cursadas, y que llenen las expectativas de aquellos lectores para los que se tiene previsto escribir en el medio académico. Esto se logra evidenciar claramente en las dificultades que muestran los estudiantes cuando escriben informes, tesis y otros textos de carácter formal demandados en la universidad.
La Escritura como Herramienta de Aprendizaje Fundamental en la Universidad
Escribir implica un conjunto de procesos mentales en los individuos, que van desde el surgimiento de los pensamientos prematuros, hasta la codificación de un mensaje descifrable y adaptado a los parámetros necesarios de acuerdo a la finalidad del mismo. Más allá de eso, la escritura académica, involucra actividades inherentes al proceso creativo, que explicitan el nivel de complejidad de estos asuntos. Para lograr una escritura que demuestre el apoderamiento de las habilidades cognitivas necesarias para proclamarse autores de sus producciones y no simples escribas, los estudiantes necesitan emprender un profundo ejercicio de procedimientos como: búsqueda, análisis y selección apropiada de referencias, lectura profunda de los contenidos de interés, examinación de ideas relevantes, resúmenes de cada referencia, resúmenes transversales que permitan relacionar los contenidos entre referencias, síntesis preliminar y síntesis final con los debidos aportes propios del autor (Castelló et al., 2011).
Además de ser un proceso complejo, es un proceso recursivo, lo que permite ir formando habilidades aún mayores, y forjando conocimientos concretos y paradigmáticos en el área de estudio en que se desenvuelve esta escritura. Afianzar y consolidar las competencias de los programas de estudio por medio de la escritura, es una actividad enriquecedora y una estrategia llena del alto pragmatismo que no se puede ignorar; en cambio, se debe estimular desde la docencia universitaria de manera planificada e ilustrada.
Estrategias Docentes para la Enseñanza de la Escritura Académica
Si cada cátedra universitaria tiene sus propias particularidades epistémicas, la mejor competencia para enseñar a escribir textos académicos pertinentes, la tiene el experto en la disciplina, es decir, el profesor de la cátedra. De manera que, se asigna al profesor un grado de compromiso enorme con los fines de la escritura, una exigencia más para las estrategias didácticas que debe incorporar en el desempeño de sus actividades y un nivel de preparación adicional que en muchos casos no se ha concebido (Carlino, 2013).
Si bien incorporar de manera explícita la enseñanza de la escritura en cada cátedra universitaria no es una tarea fácil, tampoco es una cuestión imposible; el profesorado debe planificar estos procesos de manera que pueda involucrar los distintos aspectos inherentes al contexto académico y el desempeño profesional de sus disciplinas con los fundamentos de este proceso creativo que se viene discutiendo. Afortunadamente parte de las labores de los profesores universitarios es la revisión constante de textos y la elaboración de nuevos textos, cuyo carácter es formal, argumentativo e incluso colaborativo; con lo que se ha apropiado de una metacognición que puede explicitar, a manera de material didáctico para guiar la elaboración de textos, favoreciendo los esquemas en los cuales deben encajar las producciones planificadas para los estudiantes.
El profesor debe ser consciente de que las actividades de producción de textos por sus estudiantes deben ser constantemente monitoreadas, resaltando la importancia de detallar aspectos como: la forma en que se ordena la información, los ejes estructuradores, apartados, recursos discursivos, información característica y objetivos de los textos de referencia y los textos a producir (Castelló, 2009).
El impacto final de estas actividades debe generar una extensiva reflexión en profesores y estudiantes, que permita reconocer los errores y los aciertos obtenidos, de forma que la escritura académica cobre la significancia que merece en el proceso educativo, generando una verdadera cultura por el arte de escribir, que convierta sus beneficios en hechos trascendentales en el quehacer académico, profesional y humano.
Referencias Bibliográficas
Castelló, M. (2009). Aprender a escribir textos académicos: ¿copistas, escribas, compiladores o escritores?. En Pozo, J.I., Del Puy Pérez, M. La psicología del aprendizaje universitario: de la adquisición de conocimientos a la formación en competencias (pp. 120-133). Madrid: Morata.
Castelló, M., Bañales, G. Vega, N. (2011). Leer múltiples documentos para escribir textos académicos en la universidad: o cómo aprender a leer y escribir en el lenguaje de las disciplinas. Pro-Posições. Publicación en línea. doi:10.1590/S0103-73072011000100009
Carlino, P. (2013). Alfabetización académica diez años después. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 18, 355-381. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14025774003